En plena fase decisiva de la temporada deportiva, los augurios no son nada positivos para el deporte alcazareño. Por un lado, Adepal tiene cada vez más difícil el objetivo de la salvación. Y por otro lado, el Gimnástico ha sepultado casi todas sus opciones de volver a 3ª Nacional. Empezando por el inminente fracaso del equipo de fútbol, porque no hay otra manera de definirlo, quiero pedir que seamos críticos con el conjunto alcazareño por no haber conquistado el objetivo que se había propuesto, pero también quiero pedir comprensión. No es fácil jugar en una liga como la 1ª Preferente ni bajo la presión de tener que recuperar la categoría perdida. Es cierto, que el Gimnásico, por historia y plantilla, estaba obligado a subir y que, salvo milagro, no lo conseguirá, pero esto no debe ser motivo para iniciar ahora una caza de brujas.
No nos volvamos locos. El Gimnástico va a fracasar, sí, pero tiene capacidad para convertir en éxito lo que esta temporada apunta a una decepción. Con un presupuesto limitado, el club alcazareño dispone de una plantilla formada por gente de la casa, cuya juventud garantiza el futuro que tanta prisa tenemos por alcanzar. Sé que es difícil pedir paciencia a una afición acostumbrada a la 3ª, pero también sé que sin la afición será imposible que el Gimnástico vuelva al lugar de donde nunca debió salir. El apoyo de la afición es clave, también, por supuesto, en Adepal. Los cientos de seguidores del conjunto de basket es ahora cuando más deben estar con su equipo, ahora que se juega ahora su permanencia en Leb Oro.
La afición de Adepal siempre ha estado ahí, nunca ha faltado su apoyo, es más, éste ha sido imprescindible para la continuidad del proyecto. Que esto sea así, y que yo personalmente lo reconozca continuamente, no significa que debamos obviar lo que se hace mal, y sin querer generalizar, hay algo que me preocupa de nuestro público es las últimas semanas. Me preocupa la crispación que respira cierto sector de la grada y que contamina el proyecto con una tendencia peligrosa. Es lamentable, por muy respetable que sea su indignación, lo ultras que se están volviendo algunos aficionados. La saña con la que atacaron unos a Juárez hasta echarle, la muestran ahora otros hacia varios jugadores. Es cierto que hay algunos cuyo bajo rendimiento nos ha perjudicado, pero eso, en ningún caso, justifica que, por ejemplo, el otro día se les increpase a la salida del pabellón. Tampoco nada justifica los gritos racistas hacia un jugador rival, por muy feo que fuera su gesto hacia la grada. Si queremos que nuestro equipo siga siendo de Leb Oro, la afición es la primera que tiene que estar a la altura.